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Innovación social: un nuevo atajo entre el asfalto y el pedregal (I)

   
 

Este es el primero de un conjunto de 4 post en los que no pretendemos definir la innovación social o presentar las últimas novedades. Es continuación de varios post de los últimos años, entre los que destaca innovación social, una visión ácida, que ha recibido un buen número de visitas y de varios post más relacionados con el tema.

La juventud del concepto no permite aún hacer historia y la velocidad con la que se desarrolla la innovación social no nos permite apuntar las últimas novedades, sin que sean ya antiguas ante el empuje del concepto y el “stunami” de nuevos contenidos que nos ofrecen las redes sociales.

Por ello vamos a tratar de dar una visión “personal”, y a veces heterodoxa”, de la innovación social sin que esta visión personal mitigue la objetividad en el análisis y el rigor en las posiciones. Será necesaria esta objetividad en un campo en el que abundan los “hooligans” acérrimos de la innovación social, junto a aquellos actores que simplemente la ignoran o la deprecian.

Me siento en la obligación de empezar por em principio: ¿qué es la innovación social? No vamos a seguir las 76 definiciones de innovación social que recoge la investigadora del INGENIO y profesora de la Universidad Politécnica de Valencia, Mónica Edwards, para quedarnos con la versión oficial de la UE dado el consenso que genera la autoridad pública y el potencial de recursos económicos para el período 2014-2020.

La UE y la Young Foundation definen la innnovación social como “nuevas ideas, productos, servicios y procesos, que al misno tiempo resuelven necesidades sociales ( de manera más eficaz que otras) y crean nuevas relaciones sociales y colaboraciones”.OpenBook of Social Innovation, March 2010, Murray, Calulier-Grice and Mulgan.

La definición previa (2008) procedente de Stanford Social innovation, añade el concpepto de sostenibilidad que vale la pena añadir.

No vamos a entrar más en las precisiones necesarias que esta definición supone, ni vamos a resumir aquí información de calidad ya recogida en diversas publicaciones en las últimos años: en el anexo se revgoe una bibliografia de aquellos documento que consideramos clave.

Antes de continuar, sí es preciso resaltar algunos aspectos: la innovación social es un concepto atractivo que ha conseguido crear su espacio de atención primero en las universidades de negocios y en cierta fundaciones filnatrópicas, en la propia UE, en algunos gobiernos (UK y Euskadi, como los más descatados), en los medios de comunicación  y en las grandes corporaciones empresas, como Repsol o Telefónica.También ha atraído la atención desplazados y refugiados del mercado de trabajo en busca legítima de nuevos nichos para ganarse la vida y “cambiar el mundo”.

La juventud relativa del concepto de innovación social y la necesidad de nuevas ideas y referentes en un momento de crisis sistémica,  ha hecho que la “etiqueta “ innovación social cuelgue hoy de muchas iniciativas que de por sí son muchas veces innovación tecnológica pura y dura, o bien son un nuevo traje para proyectos y actividades del sector público y privado que no son más que “más de lo mismo”.

Este proceso de “apropiación múltiple” de la innovación social, con intereses muy diversos y a veces contrapuestos, genera cierta confusión en todo lo que le atañe y enormes contradicciones entre actores e iniciativas, con las que tendremos que convivir durante un largo plazo. En el estadio actual de la innovación social la contradicción no es un mal, sino una realidad propia de la fase de desarrollo que aún rodea al concepto.

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