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Los 10 retos de la innovación social en España: hacia dónde vamos (III)

   
 

Siguiendo el proceso de implantación progresiva de la innovación social, algunos gobiernos y administraciones han iniciado ya el camino de implicar de lleno y provocar mayor impacto, con una visión más amplia de los actores y recursos disponibles.

Empezando con le Gobierno de Obama que en el año 2009, creó la Oficina de Innovación Social, el Gobierno de UK con Nesta al frente, pasando por el Gobierno de Australia o Canadá.

Es de destacar la experiencia del Gobierno Vasco, con su Estrategia de Innovación Social, sin duda, un modelo referente en Europa, y el más destacado con diferencia en España a la que se ha añadido recientemente el Gobierno Asturias y Navarra. Hay también iniciativas a señalar en Andalucia con la Red Guadalinfo y en los municipios de Madrid y Barcelona.

Por su parte, las organizaciones sociales siguen teniendo fuertes dificultades para llevar a cabo políticas de innovación social: la falta de recursos humanos especializados en innovación, quizá la falta de necesidad de innovar y la presión por los recortes están limitando el potencial de su desarrollo en el tercer sector.

Algunas organizaciones como Unicef a nivel internacional, han visto con acierto la necesidad de desarrollar estrategias de innovación social en su actividad. Cruz Roja Española también dispone de una unidad de innovación social, pero aparte de estos ejemplos, parece que la presentación del informe del Instituto de Innovación Social de Esade, “Innovar para el cambio social”, específicamente dirigido a las entidades del tercer sector, aún no ha tenido un impacto en hechos concretos.

Del análisis de las diferentes iniciativas existentes y ya en el contexto de futuro, los proyectos financiados por la UE en el marco de la Estrategia 2020 a partir del año próximo, ofrecerán previsiblemente aquello de lo que ahora no disponen los diferentes actores de la innovación social, recursos económicos. Por que la innovación social, guste o no, tiene un coste de lanzamiento e implantación.

Cual sea el desarrollo de la innovación social en España va a depender de muchos factores pero aquí me atrevo a avanzar algunos de ellos, a riesgo de error.

  1. La falta de una cultura y recorrido de innovación social en administraciones y en el tercer sector puede generar distorsiones en la nueva financiación de proyectos de la UE a partir de 2014: en una fase inicial será bastante habitual transformar por arte de power point los proyectos actuales que requieren continuidad en proyectos de innovación social. Algo de este fenómeno ya está ocurriendo en algunas administraciones.
  2. Ahora mismo, cuando se habla de innovación social se denota una falta de foco y prioridad en los proyectos de innovación social. El modelo actual basado en la búsqueda y captura de innovaciones a través de concursos y premios, genera una falta de foco que han resuelto con inteligencia en Innovasque, centrando su acción en el envejecimiento, educación, emprendimiento social y ISR.
  3. La innovación social seguirá en los próximos años centrada en las nuevas teconologías (“innovación semiradicalbasada en la tecnologia”, según los expertos) ya que son de rápida implementación y coste asumible, y no generan tensiones en las organizaciones por el cambio de procesos o creación de nuevos productos.
    La eclosión de las plataformas de crowdfunding o de las plataformas on line de cambio social Change.org son un buen ejemplo de esta tendencia.
  4. Aún hay una tendencia clara a autodefinirse los “nuevos innovadores sociales “ recién llegados y los que llevan años en ello, en una relación de competencia por los recursos y la atención mediática. En algunos casos sorprende ver a los “nuevos innovadores sociales” actuando en áreas como tecnología, salud y mayores en los que General Electric lleva años metida  o con “nuevas ideas” que hace años que están implantadas. Hay quién sitúa el Banco de Alimentos como un ejemplo de  innovación social cuando a todas luces no lo es, o al menos es más de lo mismo mejor gestionado y comunicado.
    Mientras no se resuelva esta “competencia” y división entre los nuevos y los de “siempre” poco se va a avanzar.
  5. Las innovaciones sociales de abajo a arriba van a ser calves en el contexto social y económico en que nos encontramos; la Plataforma de Afectados por la Hipoteca sería un caso de innovación social de éxito a analizar, tanto en los medios como en los procesos de acción. Su impacto social es enorme en comparación con el resto de prácticas que se están realizando. Van a aparecer más iniciativas desde la base que no tendrán ninguna relación con HUB’s y los laboratorios de innovación social y que quizá a la larga se van a quedar para simpre.
  6. En el mismo sentido, hay que valorar toda la nueva cultura de economia colaborativa y su impacto en la innovación social y en los procesos de cambio social. Som Energia sería otro caso de éxito de este nuevo modelo. Actualmente estos movimientos parecen seguir vias paralelas, pero van a acabar confluyendo en algún lugar del horizonte no lejano.
  7. El futuro de la innovación social de las empresas está en el desarrollo de productos y servicios de valor e impacto social más que en las políticas de RSC, que obedecen a razones corporativas muy diversas y cambiantes. Las empresas tienen cultura de innovación, el conocimiento, los recursos y los medios para desarrollar nuevos productos y nuevas necesidades, pero carecen muchas veces del conocimiento que pueden aportar procesos de innovación social abierta y participativa y o para adaptar los productos y servicios a las necesidades y capacidades reales de los ciudadanos.
  8. La compra pública inteligente podría ser una de las bases de la innovación social en un momento de escasez de recursos, superando las limitaciones actuales de las “cláusulas sociales” en la contratación pública y la colaboración forzada y desigual entre empresas y organizaciones del tercer sector. Para ello hace falta margen de innovación en un sector público que parece tener otras prioridades.
  9. Como bien apunta la Guía de Innovación Social de la UE, el tercer sector se muestra extremadamente renuente a que la empresa sea reconocida como actor en la innovación social, en la medida en que va a ser un nuevo competidor por unos recursos a los que antes no tenía acceso. Las grandes empresas lo van a resolver a través de sus fundaciones, pero los problemas de acceso y eligibilidad ya han aparecido en Julio del 2013 en UK al poner recursos sobre la mesa con el Social Innovation Fund. Hay que prever algo parecido en España una vez se instrumenten los recursos financieros a partir del 2014.
  10. Finalmente, me permtio recoger una frase reciente de Daniel innerarity en el País: “Si hubiera una nueva declaración de derechos humanos, deberíamos proponer que se introdujera el derecho a la irreciclabilidad, a envejecer, el respeto hacia el que ya no puede innovar, la dignidad de lo que se es frente a lo que se podría llegar a ser.” 

De la misma manera que todos no podemos ser emprendedores, tampoco todos podemos ser innovadores y tampoco se nos puede exigir.

En definitiva, la innovación social está para quedarse, ocupar su espacio y crecer con dudas, sobresaltos, éxitos y fracasos: como toda actividad humana. Será un camino largo, pero ya está iniciado, un camino rápido que nos puede llevar por el asfalto de una autopista (de pago por supuesto,¿otra innovación social?) o por el pedregal de una sociedad más pendiente de la reducción del endeudamiento de nuestras familias, empresas y administraciones.

Todo ello sin que podamos disfrutar leyendo “Contraluz” Thomas Pynchon y a Eugeni Morozov, cuyo libro TheFolly of Technological Solutionism.

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