Sociedad civil, indignados, ofendidos y humillados

   
 

Dos semanas sin escribir en el blog no son casualidad. Han sido tantas las novedades, cambios y motivos de perplejidad en tan poco tiempo que he optado por el “wait and see”; la supuesta revolución española, los resultados electorales, la Champions del Barça, el golpe de estado interno en el PSOE, la participación como accionista de Libia en empresas de armamento que ahora se utilizan para atacar al inversor Gadafi o la insensatez alemana en la guerra del pepino.

Había que esperar un poco antes de escribir por escribir, que ha sido la nota dominante.

El movimiento social de los indignados nos ha cogido a todos por sorpresa, creo yo que incluso a los propios indignados. Hay que reconocer el efecto motor de “alguien” y el potencial de twitter y internet para movilizar aun un conjunto de la sociedad, conectada, al que no le gustan muchas cosas que están ocurriendo.
Todo lo ocurrido me permite llegar a 3 conclusiones y una adenda.

  1. ¿Por qué la sociedad civil española no fue capaz de canalizar la indignación? Algunos acertados artículos en prensa especializada, han constatado que en España no hay fundaciones o ONG sociales que sean un vehículo para este tipo de movimientos sociales. Cierto, las ONG sociales actúan muchas veces con un cierto corporativismo de defensa de sus propios intereses como organizaciones, actúan como los mismos partidos o así lo parecen; al final la defensa de sus propios intereses coincide con los intereses de sus usuarios, y ello lleva a la confusión de creer que son su voz.

    Las grandes organizaciones, como Cáritas o Cruz Roja desde hace años han optado por un  perfil bajo, alejado de la reivindicación, sino es para posicionarse y captar socios y donantes; su actividad de incidencia política la han neutralizado ellos mismos a través los informes de Cáritas sobre la Pobreza o de Cruz Roja sobre Vulnerabilidad.

    El resto de organizaciones, incluso EAPN tienen escasa capacidad de movilización, están centradas en gestionar los servicios del sector público, se han olvidado de la sociedad, y no tienen mecanismos de autofinanciación lo que limita su capacidad de incidencia política e independencia como organizaciones.

    Pero lo más signifcativo, es que el movimiento de los indignados es de las clases medias y sus hijos, que no se identifican con las ONG sociales ni se sienten parte de los “excluídos” que recogen los estudios de Cáritas o Cruz Roja.

  2. La movilización on line, no se corresponde con la movilización en las plazas. La capacidad de movilizar del 15 M ha sido enorme, ya que como ayer confirmaba el País, una amplia mayoría de los españoles comparte su malestar en indignación. Pero nos hemos encontrado con un sistema asambleario en las plazas en las que tomaba decisiones una minoría ocupante, cuyas decisiones se han alejado progresivamente de aquellos miles y diversos que los apoyaron en twitter y en internet, mayoría virtual no siempre al corriente de la evolución de los hechos en las plazas.
  3. Sigo sin entender porque en el momento álgido de la movilización, no se aprovechó para captar fondos on line, y se prefirió acudir a un solidaridad de arroz, pasta y agua para los acampados. No sé si fue sólo una cuestión de falta de estrategia, de falta de cultura de captación de fondos, o de falta de confianza y capacidad en gestionar recursos de manera transparente. Sin duda, un movimiento de estas características ofrecía dificultades de gestión de fondos pero se hubiera podido delegar en una ONG con experiencia para su administración temporal.

    De haberse realizado una acción de captación on line desde el principio, el movimiento tendría ahora una capacidad de mantener su discurso en la red a medio plazo de la que va a carecer, al mismo tiempo que el tono, carácter y contenidos que han acabado tomando las asambleas las va a alejar de estas clases medias que las apoyaron desde el primer día.

    Se prefirió perdir el arroz para comer hoy, una insistencia en la ocupación de plazas sin otro argumento que un slogan “vamos despacio por que vamos lejos”, lo que ha llevado a algunos académicos americanos a empezar a hablar de la africanización de la política de los países europeos del sur, que no sé si nos conviene. España no es Egipto ni Sol la plaza Tahir, aunque suene bien.

La adenda; la indignación lleva a la humillación, cuando se observa cómo se está gestionado el cambio y traspaso de poder en las autonomías, centrado en el ventajismo y el revanchismo entre los partidos : los partidos están reproduciendo los mecanismos del control de poder, olvidando que están ahí para solucionar los problemas. Esto ocurre mientras las plazas están ocupadas. Ellos a lo suyo.

Quizá deberemos esperar a un gobierno de unidad nacional impuesto por Merkel, como apuntaba ayer Enric Juliana en la Vanguardia.

La política insiste en no ejercer su función, mientras la sociedad civil, de momento, se ha dado por  satisfecha con los meros juegos de artificio de las acampadas y la colección de eslóganes de la llamada revolución española.

Muchos de los esloganes de las acampadas serán de utilidad en futuras campañas de publicidad, les han hecho el trabajo a los creativos para una larga temporada.

1 comentario
  1. Timothy writing says:

    Estoy convencido que el efecto del esfuerzo de las personas involucradas en el movimiento 15M sería mil veces más productivo si ellos mismos se dedicasen a participar en las acciones de los partidos políticos. Que se asocian a cualquier partido.. lo que hace falta es la participación de los ciudadanos en los partidos para que sean más representativos y más transparentes. Lo de Sol es es un espejismo, con perdón..

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