En los últimos días he tenido la oportunidad de leer, trabajar y participar en diferentes actividades que me han permitido llegar a 4 conclusiones sobre el complejo presente del tercer sector y la innovación social, que aquí comparto.
Dos semanas sin escribir en el blog no son casualidad. Han sido tantas las novedades, cambios y motivos de perplejidad en tan poco tiempo que he optado por el “wait and see”; la supuesta revolución española, los resultados electorales, la Champions del Barça, el golpe de estado interno en el PSOE, la participación como accionista de Libia en empresas de armamento que ahora se utilizan para atacar al inversor Gadafi o la insensatez alemana en la guerra del pepino.
El espectáculo de la semana pasada entorno al CNIO, parece que toca a su fin. Aparentemente, el origen del problema ha sido una cuestión legal de enjundia, que parece ha dado cierto trabajo adicional a algunos abogados del estado (de 2 Ministerios) y a algún bufete de abogados.
Puede una fundación, en este caso pública, crear una Asociación de Interés Económico (AIE), para participar con inversores privados en el desarrollo de futuras patentes de medicamentos y aprovechar la ingente inversión en investigación básica realizada? Parece de sentido común que sea así.
Un repaso a los post que he ido publicando en este blog así como la experiencia diaria los últimos meses en mi relación con fundaciones, empresas y administraciones, me ha abierto los ojos a una certeza.
Me encuentro con muchas personas y oganizaciones que hoy día piensan, proponen y actúan con esquemas mentales del año 2007, cuando la realidad es extraordinariamente diferente para todos, ni hay dinero para mantener ciertos modelos.
La semana pasada nos ha permitido comprobar que la profesión de fundraiser se extiende entre personas e instituciones insospechadas, como nuestro Presidente del Gobierno o la propia CECA. Creíamos que era una profesión minoritaria y marginal, desconocida y poco reconocida, pero nos hemos encontrado a Zapatero de gira para captar fondos en Asia , y antes en Quatar. Al menos habrá aprendido lo dura que es la profesión y que ésta requiere ciertas condiciones previas.
Este post, es resultado del grupo de discusión en Linkedin del Foro Iberoamericano de Fundaciones IFIFE que os recomiendo: en él Javier Martín Cavanna me apuntaba dos cuestiones importantes en relación a mi último post sobre “Hay miedo a la sociedad civil?”, y que se resumía en 2 aspectos, que cito textualmente:
La semana pasada tuvimos la oportunidad de ver en el Congreso de los Diputados una primera discusión sobre por dónde van los tiros en la propuesta de ley de deducciones fiscales y mecenazgo. A lo largo de la sesión aparecieron algunas perlas parlamentarias que vale la pena recoger, quizá para asombro de algunos, pero que reflejan el estado de la nación y del Parlamento.
La Big Society del nuevo Gobierno de Gran Bretaña, ha creado el Big Society Bank destinado a financiar proyectos de organizaciones no lucrativas. En este post que me permito reproducir, Debra Allcock Tyle, Directora Directory of Social Change imagina una conversación entre el gestor de cuentas del Big Soceity Bank y una organización de infancia.
Después de muchos post en los que dominaba la reflexión escrita, hay que aprovechar las cosas bien hechas. Una buena manera de comunicar por parte de Greenpeace y aprovechar a fuerza de propio Facebook a su favor. Veremos como acaba.
En la polémica sobre la bancarización de las cajas, el argumento utilizado a favor de mantener su “statu quo” actual como entidades de ahorro frente al modelo de bancos vinculados a fundaciones, ha sido precisamente la importancia de la obra social como retorno del beneficio de las cajas a la sociedad. En ello vamos a profundizar.
Las cajas de ahorro han destinado loas últimos años a obra social porcentajes de los beneficios del 27 al 30%, de media, una vez realizados el pago de impuestos y las correspondientes reservas. En términos absolutos esto ha supuesto que en el año 2008, las cajas de ahorro invirtieron más de 2.100M€, cantidad que ha ido disminuyendo en los últimos años, hasta los 1,200M€ del 2010, a medida que bajaban también los beneficios.