El capital riesgo social: una gran idea con futuro en desarrollo

   
 

En los último días he tenido ocasión, por razones de trabajo, de darle una vuelta a todo el tema del capital riesgo social. No es una novedad, incluso hace 2 o 3 años que tuve ya ocasión de conocer en España algún que otro fondo de “capital riesgo social” o iniciativa para crearlo, en unas fases muy incipientes que por lo que parece han ido madurando lentamente. No es de extrañar tal como está el patio.

Esta reflexión es paralela al lanzamiento este mes del Big Society Capital, al que habrá que prestar atención ya que se define no sólo como un fondo de capital, sino como un desarrollador del mercado de inversión social. És importante retener este concepto ya que estamos ante cambios en como se financia y como trabaja parte del sector no lucrativo.

Lo que sí parece evidente es que el “capital riesgo filantrópico”, también incluido en el Big Society Bank, está en una fase de crecimiento, pero el problema no se plantea, como ya apuntábamos en un post anterior sobre innovación y emprendimiento social, no tanto en los instrumentos financieros sino en la viabilidad y rentabilidad de los proyectos.

Esta orientación al mercado y los criterios de rentabilidad han provocado que parte de las charities o fundaciones clásicas, desgajaran de su núcleo aquellas actividades con un potencial de generar ingresos y crearan empresas sociales para gestionarlas. En un proceso parecido se ha encontrado recientemente la convocatoria de emprendedores sociales de la Fundació la Caixa.

Estas adaptaciones no son del gusto de algunos promotores del emprendimiento social, ya que consideran que se están utilizando recursos para reestructurar el tercer sector social, como si no se estuvieran reestructurando en estos momentos el propio sector financiero o el sector público, para poner 2 ejemplos.

Es en Gran Bretaña, donde el tercer sector es más maduro, donde más se han desarrollado el capital riesgo social, aunque se trata aún de una fase incipiente. Si analizamos los resultados de una encuesta realizada por la European Venture Philanthropy, EVPA, entre sus 65 asociados, destaca que la mayoría de los 1.000M€ “invertidos”, no son inversiones como tales, sino “grants”, es decir, ayudas a fondo perdido.

Es de destacar también que la mayoría de los fondos gestionan un volumen de inversión medio de 11M€, lejos de los capitales que se están moviendo en España que por informaciones no publicadas, no pasarían de los 2 M€, hasta el pinto de ser inviables.

En resumen, estamos ante un mercado en fase de desarrollo y definición que hay que apoyar y que marca una tendencia en diversificación de instrumentos para la financiación del sector y del emprendimiento social como bien muestra este otro cuadro aportado por el grupo de linkedin de Inversiones de Impacto , dirigido por Javier Martín Cavanna de la Fundación Compromiso Empresarial

La cuestión clave está en que no todos estos productos financieros son adecuados para todo tipo de organizaciones y emprendedores, ya que en las inversiones de impacto el equilibrio entre impacto social e impacto económico no es siempre equitativo.

Habrá que estar atento a estas innovaciones que evolucionan muy lentamente: la incerteza afecta a todos los mercados, también al non profit.

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