La Innovación social y nuestros retos como sociedad

   
 

(articulo publicado en el Suplemento Dinero de la Vanguardia, 27 de Julio del 2014)

 

En la agenda de la innovación empieza a ocupar un espacio visible la innovación social. Entre las más de 70 definiciones de innovación social que se pueden encontrar, recogemos aquí la de UE en la Agenda 2020:la innovación social son nuevas ideas, productos, servicios y procesos, que al mismo tiempo resuelven necesidades sociales, de manera más eficaz que otras, y crean nuevas relaciones sociales y colaboraciones sostenibles”. Que sea la UE quién lleva impulsando la innovación social desde hace 4 años no debería ser una novedad: el cambio hacia un modelo económico y social europeo más sostenible sólo será posible si nos adaptamos y generamos soluciones a las nuevos retos sociales.

 

La innovación social va más allá del emprendimiento social, para abarcar nuevos servicios como el crowdfunding, y su hermano mayor el crowdlending, los bonos sociales, el valor compartido, el consumo colaborativo, el retorno social de la inversión, los negocios en la base de la pirámide y una larga lista de conceptos que se están desarrollando con éxito y con un impacto cada vez mayor.

 

Con un paro juvenil del 80%, una sociedad envejecida, una exclusión social creciente y la necesidad de cambio del modelo productivo, no faltan retos que la innovación social deba intentar resolver. Algunas soluciones a estos retos se están convirtiendo en negocios de rápido crecimiento, otras quedarán en un esfera más vinculada a su impacto, al valor social generado y a su sostenibilidad económica, sin que el beneficio como única razón de ser.

 

Hay experiencias notables de innovación social tanto en el sector público como en el privado: Euskadi aprobó hace ya 3 años el Plan de Innovación Social que aún es un referente a nivel europeo. El Ajuntament de Barcelona también está realiza notables experiencias de innovación social como los bonos para el empleo ”compromís” en los que se fomenta la contratación estable de personas en riesgo de exclusión.

 

Sin embargo, aún queda mucho por hacer en innovación social en todas las administraciones: éstas empiezan a ser conscientes que las soluciones a los retos sociales quizá están en la propia sociedad, lejos de la mesa del político: las administraciones deben ser facilitadores, promotores de soluciones y capacidades que emergen desde la sociedad, frente a las soluciones verticales clásicas y quizá agotadas de planificación pública.

 

Por su parte, las ONG tradicionales parecen tener dificultades para desarrollar formalmente programas de innovación social, dónde deberían ser actores relevantes: la falta recursos humanos especializados, de recursos económicos o de una cultura de riesgo, están limitando el potencial de su desarrollo en el tercer sector.

 

La innovación social en países de la UE, con Gran Bretaña, en USA o incluso en latinoamérica, ha sido fuertemente impulsada por los gobiernos, por fundaciones privadas e incluso por algunas de las multinacionales españolas: es el caso de Movistar en Chile, del Banco de Santander en UK, de Gas Natural en Colombia, de la Fundación Repsol con el programa de emprendedores, el BBVA o de la Fundación la Caixa con Microbank: todos ellos son casos a destacar.

 

Sin duda un alto potencial de innovación social está en las propias empresas, en su capacidad de crear productos y servicios de impacto social, más allá de las políticas de RSC. Las empresas tienen cultura de innovación, el conocimiento, los recursos y los medios para desarrollar nuevos productos que atiendan a los retos y necesidades sociales actuales.

 

Sin embargo, las empresas carecen muchas veces del conocimiento que pueden aportar procesos de innovación social abierta, disruptiva y participativa, que les permita adaptar sus productos y servicios a las necesidades de los ciudadanos.

 

El futuro de la innovación social será compartido: este futuro está en el potencial de sumar capacidades entre la empresa, las propias administraciones y los nuevos modelos de organización horizontal que están apareciendo desde la economía colaborativa. Son actores que a veces parecen seguir vías contradictorias, pero que están empezando a encontrar espacios de colaboración.

 

La innovación social está para quedarse y crecer, con sobresaltos, fracasos y éxitos: como toda actividad humana. Pero nuestra sociedad ha de dar respuesta a los retos que tienen sobre la mesa, más allá de la reducción del endeudamiento de nuestras familias, empresas y administraciones.

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